La excursión a los montes Oberenes quedó incompleta por la lluvia y la niebla.
Llegamos a Pancorbo con el cielo muy plomizo amenazándonos con
estropearnos el día; después de una corta visita al Centro de Interpretación nos enteramos que el autobús no podía subir por la empinada carretera y que había que salir pitando y sudando a pesar del día frío.
Los guías que se nos unieron (dos parejas de montañeros) nos enseñaron los miradores importantes, pero como yo me quedé en la retaguardia esperando encontrar alguna flor desconocida, no les presté mayor atención, y para mi desgracia, la primavera todavía estaba dormida.
Pasamos un bosque joven de hayas muy bonitos, muy limpio y pronto llagó a nuestro olfato, un olor muy fuerte, enseguida descubrimos a los culpables, los arbolitos de Boj estaban haciéndole la competencia a las hayas, luego dieron paso al roble y otros arbustos, mas tarde las encinas carrascas con mucha maleza se apoderaron del paisaje; encontramos unas ruinas de una Hermita y lo que mas no llamó la atención, fue un panal que colgaba dentro de un agujero en una cueva.
Llegamos por fin a Encio y entonces me enteré que Julio estaba por las alturas solo e intentando comunicarse con Santos, pero este perdió la señal, no sabía si por su culpa o porque el otro no tenía cobertura; entonces yo hice la prueba tres veces y daba llamada, hasta que salió la voz de Javi y me di cuenta que me estaba confundiendo de numero (me pusieron verde por llamar a esas horas de la siesta a unos recién casados) Perdón.
En las afueras del pueblo vimos unas ruinas de un convento que en sus tiempos tuvo que ser importante. Julio no daba señales de vida.
Fuimos por una pista que bajaba mucho y el guía nos hizo retroceder bastante para subir a la cumbre del monte Mancubo y al llegar a un pinar, la noche se nos echó encima y sin comer; el cielo se volvió loco y de su panza gris oscura salió todo el agua del mundo, nos metimos en el pinar, pero la tormenta hizo acto de presencia y algunos temerosos prefirieron mojarse a que les cayera un rayo; la niebla cubrió las alturas y nosotros sin comer y mojándonos; menos mal que el autobús nos salió al paso, a pesar del mal camino y de que le cortamos al chaval la comida (Gracias conductor), y nosotros sin comer y ya eran las cuatro de la tarde.
Volvimos a Pancorbo y Julio sin aparecer, allí quitamos el frío y el hambre; cuando terminamos me quedé mirando el paisaje y contemplé el vuelo de tres buitres que con lo que llovía daban vueltas a una roca, casi no podían con la tripa de tan llena que traían, pensé que se habían comido a Julio, menos mal que este esta de buen año, por que si llega a ser a Fredo, no tienen ni para un aperitivo.
Enseguida nos acercamos a Santa Gadea y desde allí a Bozoó donde teníamos que haber llegado andando; cerca del pueblo divisamos a un paisano a lo lejos y algunas dijeron “mirar allí va”, no ese no es tiene paraguas, bueno, dijo otra le subimos al autobús y se le damos a la mujer, igual hasta nos lo agradece, pero a mi no me gustó, era mas viejo y mas feo que Julio.
En el susodicho pueblo nada de nada.
Volvimos a Santa Gadea y tampoco, llamamos a la guardia civil ya que se hacia tarde para el autobús y allí se quedo con los nervios a flor de piel Santos en compañía de Juli.
Nos marchamos y en el autobús, no se escuchaba ni a una mosca, de pronto suena un teléfono y todos mirando para atrás, ¡!!! HA APARECIDO ¡¡¡¡ Y ESTA BIEN. Un aplauso atronó en el autobús y las bromas comenzaron como siempre.
¿Sotres que te ha dicho ¿ Pregunté.
LO SIENTO MUCHO, ME HE PERDIDO, NO VOLVERÁ A OCURRIR.
Marycasta
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