El inicio de la caminata, tras una foto con multicolor presencia, lo hacemos por una pendiente pista con empalizadas a los lados, viviendas sueltas y ladridos de recelosos perros que guardan los hogares. Paisaje casi invernal; luz en los valles con casas dispersas, rodeadas de verdes minifundios. A lo lejos, las cimas muestran el manto blanco de las primeras nevadas.
Seguimos avanzando lentamente en una caminata corta y asequible. Contemplamos cabras muy cercanas al camino; un vigilante “mastín” nos observa sin alterarse a nuestro paso. Muy cerca, pastan algunos caballos percherones. Helechos, zarzas, fuente y abrevadero, completan un silencioso entorno.
Llegamos a una aldea. A la entrada, viejos toneles, antiguos arados y enormes troncos como complemento y sencillo adorno rural. No vemos a nadie por la callejas Más adelante, al llegar a un cruce de caminos, comienza a nevar copiosamente. El aire es frío. El bosque aparece con árboles desnudos. La compacta y húmeda hojarasca permanece en las orillas. A un lado, un solitario merendero con mesas y bancos de piedra. Nos dirigimos a Melendreros, donde tomaremos de nuevo el autobús. Pronto llegamos a Fayacaba, deteniéndonos en un amplio y sobrio refugio. Un alto en el camino para descansar, dialogar y compartir dulces de Navidad.
Al marchar vemos una gigantesca haya junto a una casa solitaria. Las chovas vuelan bajo y los buitres planean muy cerca de los peñascos, presagio de algunas horas de sol sin lluvia, apunta Nieves con su intuición y sapiencia; debajo, las vacas pacen mansamente. La bajada es vertiginosa y, por fin, el sol brilla en el cielo; al abrirse más el día, luce con fulgor un paisaje de tonos verdosos, salpicado con el blanco de las casas y el rojo de sus tejados. Entre prados y estacas con alambradas llegamos al pueblo. Calles vacías… silencio. Hemos dado un sencillo y agradable paseo por los suaves y bellos parajes asturianos. Un años más, esta vez en el Principado, se ha completado con gran éxito la “marcha del champán”, culminada con el mejor momento del día en la “espicha” celebrada en la “Sidrería Estrada”, de Nava.
En armonía, compartiendo presencia, bromas, sonrisas y alimentos. Todos, alrededor de una mesa, en alegre compañía y algarabía total, disfrutando de lo lindo en la jornada más peculiar, genuina y personal. La de los gestos, la de los cánticos, la de los polvorones, mazapanes, postres caseros y el champán; la de los amigos en el último encuentro del año; la de los detalles más sinceros y humanos; la de los pequeños y cuidados excesos; la más festiva, la de la última juerga, la de los brindis; la del remate, la que pone la guinda, la de la despedida final con los mejores deseos para la navidad.
Saboreando empanadas, tortillas, fritos, gambas, “huevos”, lacón, cachelos, embutidos, bollitos, quesos y café, y todo ello regado con una excelente sidra que, recién escanciada, “entraba hasta atrás”, se gestó un ambiente de gran felicidad hasta llegar al clímax, con la sugerente música y el consiguiente baile. Las muestras de afectos, emociones positivas, y la desbordante alegría nos contagió a todos durante horas.
Quiero recordar la cariñosa visita de un animoso “Armando”, al que todos dimos una cordial bienvenida; y debo destacar el ingenio y derroche de energía de un Luis, pletórico en su deambular por la pista, que supo cautivarnos y conquistar nuestros corazones con su ánimo y gracia particular. También, como no, he de señalar la enorme paciencia y movilidad de Lolo, bigote incluido, al que siempre persigo, incluso en momentos de debilidad. ¡Vaya juerga! Todo esto enriquece a las personas y engrandece al grupo. Muy juntos y unidos, con los brazos en alto y entrelazando nuestras manos y pensamientos, dijimos adiós a momentos irrepetibles en una tarde memorable.
De vuelta, todavía quedaron fuerzas para cantar villancicos, en un largo, pero ameno viaje de regreso a la “Tierruca”, en el que no faltaron diálogos con guasa, comentarios jocosos, gran alboroto, ruidosas carcajadas y, sobre todo, amistad sincera con nuevas y alegres sensaciones.
Chuchi, sigue trabajando con humildad para el club, cobrando y sonriendo. Te estamos muy agradecidos.
A todos vosotros: Javichu, José Manuel, Luis, Pilar, Sotres, Nieves, Alfredo, Chuchi, Loli, Tana, Sergio, Lolo, Emilio, Elena, Puri, José, Espe, Blanca, Jesús, Yolanda, Soler, Marisa, José Antonio, Aristín, José Luis, Fernando, Gabi, Carlos, Javi y Merche, “húmedas gracias”.
Antes de finalizar el año os obsequiaré con un nuevo escrito que resumirá el 2.011.
¡Feliz Navidad! Alfredo López
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