Cada marcha es diferente, pero esta, además de ser la última del año, es diferente y peculiar; tal vez la más esperada por su simbolismo en el aspecto del compartir, así como en lo personal y por reforzar, de nuevo, nuestros lazos de amistad. Seguro que una vez más disfrutaremos con los cinco sentidos, al recrearnos en grandiosos paisajes con hermosas y espectaculares vistas; al escuchar los sonidos en el campo, y también al sentir los mágicos y profundos silencios en nuestro caminar por las montañas; al percibir el olor a madera de humeantes chimeneas en aldeas remotas, y el aroma de plantas y matas que encontraremos a nuestro paso; también nos deleitaremos al tomar los alimentos en nuestro reposado almuerzo compartido; al igual que esbozaremos una cordial sonrisa al despedirnos, contemplando rostros cansados y felices al mirarnos de frente, así como al expresar nuestros mejores deseos a compañeros y amigos.
Este escrito va dedicado a socios y simpatizantes del “Peñas Arriba”, y a los del “2.000 y pico”. Tomadlo como si fuese un dulce de Navidad que, cada final de año, nos llevamos a la boca para saborearlo de manera especial.
Animaos para que seamos muchos el 17 de diciembre. Feliz Navidad.
Alfredo López
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