Sábado 24-4-2010
La mañana prometía buen tiempo cuando salimos de Santander.
A lo lejos, el cielo azul sobre las montañas de la cordillera auguraba un buen día de marcha, como a la postre así fue.
Veintisiete caminantes montados en un autobús aguantamos la sinuosa y mareante carretera que sube desde La Hermida al Collado de Hoz, 650 m., y desde allí partimos hacia las alturas de la Sierra de Peñarrubia.
Pronto abandonamos la cómoda carretera y afrontamos las primeras pendientes con paso firme y decidido. Aparecieron los buitres volando bajo, observando el terreno en busca del desayuno.
El grupo se estiraba y pronto surgieron las debilidades. Dos jóvenes muchachas poco o nada acostumbradas a caminar por el monte, decidieron abandonar debido al cansancio (o quizá a la falta de motivación…) y retroceder siguiendo los pasos de otros dos componentes del grupo que también abandonaron por motivos de salud. Menos mal que para entonces, los buitres ya no estaban…
Así que el grupo se quedó reducido a veintitrés andarines que en poco más de hora y media coronamos la cumbre de Gamonal, 1200 m., con espectacular vista panorámica y buena nitidez. Como era muy temprano para comer el bocata, decidimos caminar por toda la cumbre en dirección oeste hasta una braña con fuente cercana al Collado de las Llaves.
La arista de la cumbre es terreno algo difícil de transitar, no hay sendero, lo cual obliga a máxima concentración al caminar, pero resultó gratificante la ligera brisa que nos mantuvo frescos durante el recorrido.
Hubo algunas quejas por lo escabroso del terreno y algunos demandaban una pista para caminar a gusto, pero todos llegamos bien al lugar donde comimos y de la comida nadie se quejó.
Tras la corta siesta que algunos durmieron, partimos de nuevo en busca de la cumbre siguiente, el “virdiu” le llaman allí.
Cruzamos la pista en el Collado de las Llaves, 1080 m. y de nuevo campo a través con ausencia de sendas, pero con excelentes vistas llegamos al Mazu de Treslajorá, 1170 m..
Se veían varios pueblos: Linares, Bejes, Treviso, etc. y los Picos de Europa presidiendo el paisaje. Para entonces, el personal ya iba muy cansado como para continuar ganando cumbres. Aun así, dos intrépidos montañeros, uno de ellos Tomás, hicieron cumbre en el Virdiu los Corrales, 1200 m.
Todos los demás iniciamos el duro y sofocante descenso por el Collau Bollu, 1090 m., hacia el pueblo de Linares, 430 m., donde no tuvimos más remedio que “sidratarmos” porque todos teníamos bastante sed y poco o nada de agua.
Allí nos esperaba el bus y también los cuatro que abandonaron por la mañana.
La marcha, dureza aparte, resultó un éxito. El viaje de regreso sin novedad. Se echó en falta al tesorero del Club.